Esta semana estoy haciendo un ejercicio que tenía muchas ganas de hacer desde hace rato, pero que requiere una enorme cantidad de voluntad y disciplina para lograrlo; siempre que viene esa idea particular a mi mente, me pregunto si estoy listo para ello, y normalmente, decido (o reconozco a la voz de mi yo interior decir) que no. Pero el fin de semana pasado, después de que la idea se hiciera presente en mi mente a la menor provocación durante ya varias semanas, reconocí a mi yo interior mirarme a los ojos y decirme de frente: "No sólo estás listo, sino que a estas alturas, nuestro camino en la vida nos pide a gritos que lo hagamos". Quizá estoy siendo muy dramático para lo que en realidad es: Levantarme temprano todos los días, pero no con base en una alarma, sino con base en el momento en el que mi mente despierta. Que se dice fácil, pero involucra un montón de trabajo mental y espiritual. Durante las últimas semanas, me pasa que me duermo entre 23:00 y 01:00, y busco levantarme entre 07:00 y 07:30. No me da el ciclo de sueño perfecto, pero me da un ciclo de sueño que más o menos funciona bien con mi agenda diaria. El problema es, que desde que inició el año, traigo una racha de pesadillas que hasta la fecha no me suelta. Resulta muy útil e interesante para mi diario de sueños, pero terrible para mi planeación y ejecución del día a día. Me resulta normal levantarme alterado a las 04:35a.m. porque tuve una pesadilla muy vívida, (en el mejor de los casos) buscar mi teléfono, apuntar lo que recuerde, asegurarme de que lo que acaba de suceder es sólo un sueño, y luego más o menos dormir hasta que en un rango entre las 06:00 y las 07:00 de pronto despierto nuevamente. A partir de ese punto, como no ha entrado ni la alarma de las 07:00, intento dormir con todas mis fuerzas, pero ya no lo consigo hasta eso de las 06:50, calculo yo. Y para cuando suena la alarma de las 07:00, estoy empezando ciclo de sueño y me cuesta la vida levantarme. Últimamente no lo consigo nunca, y termino pateando el inicio del día hasta eso de las 09:00. Ahora mismo, vivo en Sao Paulo, que con todo lo increíble que es, justo en ese aspecto me juega en contra, porque para las 09:00 mías, apenas son las 06:00 en México, entonces no hay ninguna urgencia por incorporarme al mundo exterior desde temprano. Me estoy yendo entre las ramas. Lo que he decidido es, que cuando cobro consciencia entre las 06:00 y las 07:00, me levanto. Me resulta muy violento renunciar a los minutos de sueño que me queden, pero si ni siquiera los voy a aprovechar debidamente, prefiero renunciar a ellos con la esperanza de que al mediano plazo, mi cuerpo se entere de que tiene que aprovechar la ventana nocturna de sueño, porque es lo único que va a obtener. Nada de un ratito más, nada de siestas por la tarde, nada de sueño hasta que otra vez sean por lo menos las 22:30. Parece muy dramático el asunto, sólo para decir que estoy buscando levantarme temprano, pero me gusta, de entre todas las veces en mi vida que he tenido que ceñirme a un marco disciplinario para iniciar el día, que estoy confiando en mi cuerpo, que decide cuál es el mejor momento para despertar mi mente; en mi mente, que aunque confusa mientras despierta, es clara y lúcida por las mañanas. Y en mi fuerza de voluntad. Sobretodo en mi fuerza de voluntad; para tomarme en serio, para actuar en consecuencia de cómo pienso y no de cómo me siento al despertar, pero sin ignorar esas sensaciones y permitirles que me acompañen, porque también soy humano, pero no ceder ante la comodidad y exigirme dar lo mejor de mí, porque también, y sobre todo, soy espíritu.